La sangre ya fue borrada de las aceras
por vientos, lluvias y escobas
lagrimas, suelas y hojas.
bajo mis pies miles de historias ya no gritan,
mientras camino fumando y recordando viejos aromas
de mi propia historia,
inmerso en el frio abrazo de la ciudad,
caminando con mi lumbre eterna.
Y los paraguas de los pujantes punzan los bloques de cemento
lavados por lluvias de otros tiempos
cuando otros pujantes fumaban y llevaban paraguas...
... ahora aquellos alojan en los cementerios,
almacenes grandilocuentes de hueso y cemento,
pero con menos cuento que las aceras,
donde apago ahora yo mi cigarro,
donde dejo mi mirada y cenizas,
donde sigo gastando mis suelas
mientras comienzan a caer gotas nuevas.
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